Hace un tiempo estuve atravesando por una situación económica muy difícil, donde lo más básico e importante como la alimentación, era uno de los temas más complicados de resolver cada día. Esa situación tan difícil me llevo a tirar por el suelo mi trabajo, devaluarlo a tal punto de cobrar lo más mínimo, lo que nunca hubiese cobrado si mi situación hubiera sido diferente en ese momento.
Pasado el tiempo en la misma situación, caí en un círculo vicioso donde ya había algunos clientes que no venían a mí por no poder pagar lo que pedía, sino que, por saber mi situación se aprovechaban sacando de mí un trabajo excelente al precio más bajo del mercado, y lo más frustrante era que yo lo sabía, pero por no ver a mi familia pasar hambre si rechazaba esa chamba, me hacía de la vista gorda. Esta situación ocasionaba que casi nunca tuviera dinero, porque cuando terminaba el trabajo eso que me pagaban ya tenía que gastarlo en comida, o en pagar al señor de la tienda que nos daba crédito o como lo llamamos en mi país “fiao”.
En algunas ocasiones mi esposa me hablaba y me decía que no me dejara usar, que rechazara a ese tipo de personas y que solo aceptara trabajos de aquellos que si valoraran lo que hacía, pero lo que miraba en ese presente eran más fuertes que todos sus consejos, a pesar de que tenía toda la razón del mundo, y de hecho llevarme de ese consejo hubiese hecho mucho más corta la difícil situación.
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Algo inesperado
Continuaba pasando el tiempo y un día de esos que menos me lo esperaba sentí la voz de Dios que hablo a mi corazón y me dio a entender que EL no me bendecía porque yo no valoraba el talento que había puesto en mis manos. Entendí que me había dado todas las herramientas para traer comida a mi hogar y aun mucho más, pero sino era capaz de valorizar mi talento y ponerle carácter a lo que hacía, no vería prosperidad en mi trabajo.
Ese acontecimiento cambio mi vida, abrió mis ojos de una manera tal que decidí en mi corazón trabajar solo para aquellos clientes que en verdad valoraran mi trabajo. Como toda decisión trae consigo una prueba, fui probado y gracias a Dios aprobé con 100 cuando aún en medio de la necesidad pude decir NO a esos clientes aprovechados y a pesar de pasar hambre seguir de pie en mi decisión de valorar lo que Dios había puesto en mis manos.
No paso mucho tiempo cuando Dios cumplió su palabra y comenzó abrir puertas de bendición a mi favor con buenos clientes que pagaban todo lo que pedía sin regatear y según las condiciones que ponía, obteniendo así resultados fantásticos que nos ayudaron en unos 6 meses a pagar deudas que no habíamos podido pagar en unos 3 años.
Reflexión y Conclusión
Amigo lector si estás viviendo justo ahora esa situación por la cual tuve que atravesar, te invito a que tomes hoy una decisión y que sin importar el momento tan difícil que atraviesas comiences a valorar lo que Dios ha puesto en tus manos, pues, te aseguro, hacerlo traerá muchas bendiciones a tu vida, ya que Dios bendice aquellos que valoran lo que EL ha puesto en sus manos y lo usan con excelencia para bendecir y glorificar su santo nombre.
¡Dale valor a tu talento, anda, los resultados son excelentes!
Bendiciones!
Escrito original de: Jonathan Rijo P.
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